Slow Travel
¿Qué es el Slow Travel?
Más allá de la simple traducción de «viajar lento» y su contraposición con los itinerarios apretados o los viajes en masa, el slow travel aboga por la integración total del viajero con su destino. Cuando esto ocurre, podemos ser capaces de conocernos en otros ámbitos, culturas, idiomas y, en definitiva, ser la mejor versión de nosotros mismos sea cual sea el contexto.
¿No suena genial? Déjame hacer una pequeña introducción. Prometo que será corta.
Palabrita.
El viaje como trayecto consciente
Viajar: Trasladarse de un lugar a otro, generalmente distante, por cualquier medio de locomoción
Real Academia Española
Viajar está a la orden del día, y cada vez más. Al menos, si atendemos al mero hecho de desplazarnos entre dos puntos, los medios de transporte actuales -cada vez más veloces y accesibles- fomentan que esto ocurra.
Hoy en día «viajamos» para absolutamente todo: por trabajo, para ver una exposición o para comer en un sitio concreto.
Sin embargo, estaréis conmigo en que pocos definiríamos estos desplazamientos como un viaje ¿Por qué? ¿Dónde reside la diferencia?
Algunos dirán que en el tipo de destino otros que en el tiempo que dedicaremos a al trayecto y su fin, y habrá quienes digan que en el propósito motor del viaje. No importa cuál sea tu respuesta, todas ellas son igualmente válidas y fruto de diferentes perspectivas como viajero.
Sin embargo, hay algo sobre lo que me gustaría reflexionar en este artículo, y es el por qué ese trayecto ha dejado de ser un mero desplazamiento como el que haces cualquier otro día para convertirse en un VIAJE -incluso si la distancia a recorrer es corta-. Y quisiera, por supuesto, llevarlo al terreno del slow travel.
Vamos, que no te voy a hablar tanto de en qué consiste viajar lento (ya hay cientos de blogs que lo hacen), sino más bien del meta slow travel. Es decir, ¿qué hay más allá de viajar slow, qué lo motiva y por qué lo hacemos?
¿Estás pensando ahora en los motivos de tus últimas vacaciones a Tailandia?¿Por qué viajamos?
Es increíble lo que puede cambiar tu perspectiva respecto a un viaje el simple hecho de plantearte por qué lo llevas a cabo. No me malinterpretéis, no digo que haya que buscarle un motivo trascendental a cada desplazamiento que hacemos. A veces, viajamos por la sencilla razón de desconectar o descansar. Sin embargo, es importante tener clara nuestra motivación porque, en gran parte, justificará las decisiones que tomaremos a lo largo de nuestro viaje .
¿No me irás a decir ahora que «viajas» porque el simple hecho de acumular una larga lista de destinos queda bonito en tu historial?¿En qué se diferencia el slow travel respecto a cualquier otro viaje?
Vale, muy bien, pero yo he llegado hasta aquí porque habías prometido contarme de qué va todo esto de viajar lento ¿A qué narices viene esa introducción kilométrica sin aparente relación?
Indudablemente, un slow travel no deja de ser un viaje y, por tanto, debería ser completamente consciente y tener unas motivaciones muy claras. En mi opinión, las razones para viajar lento vienen implícitas en los objetivos que te has marcado para ese trayecto, y la diferencia con respecto a otros tipos de viaje radica en los medios que empleas para llevar a cabo esos objetivos.
Entonces…
¿Qué motiva a un slow traveller?
Obviamente, no puedo hablar de los objetivos de todo el mundo, pero sí de los míos propios. En mi caso, las motivaciones que suelen ir unidas a este tipo de viajes sí que tienden a ser un poco más introspectivas, por llamarlo de alguna forma. Algunas de ellas podrían ser:

Obviamente, éstas no son mis únicas motivaciones a la hora de viajar. Sería muy hipócrita por mi parte decir que no me encanta descubrir y explorar sitios nuevos por el simple hecho de conocer mundo. Sin embargo, al darme cuenta de que estas otras razones se repetían en muchos de mis viajes, empecé a plantearme que quizá debía cambiar mi forma de visitar esos lugares.
Si tus objetivos son diferentes, cambia el chip
De repente, empecé a sentirme atraída por localizaciones más cercanas que me permitían pasar más tiempo en ellas; de pronto no me importaba en absoluto repetir destino, -es más, empezaba a gustarme porque estaba empezando a crear otro tipo de vínculos con ellos- y comencé a darme cuenta de que, si el propósito de mi viaje no era tener una idea general de la ciudad, ¿qué problema había en no visitar los highlights o lo que todo el mundo consideraría como «imprescindible»? Así, he dejado de sentirme mal conmigo misma por estar «perdiendo el tiempo» sacando fotos en un parque que me parece precioso en lugar de estar visitando esa plaza tan relevante en todas las guías de turismo.
¿Cómo se viaja lento? Recibir y aportar
Reflexionar sobre esto me llevó a darme cuenta de que los medios para cumplir mis objetivos podían llegar a ser muy diversos, pero algunos de los más relevantes eran:
1.Necesitaba pasar más tiempo en el mismo lugar o repetir destino si quería llegar a conocerlo de forma más profunda. Esto implicaba elegir zonas más cercanas o más económicas, cambiar mi método de transporte e incluso mi trabajo y la forma en la que lo llevaba a cabo.
Si te planteas vivir en una furgo, procura que tu presencia no incomode a los vecinos…2. Viajar sola me ayudaba a lidiar con diferentes tipos de situaciones por mi misma y, lo más importante de todo, estar mucho más abierta a interactuar con mi entorno y con otras personas. OJO, no digo que sea necesario viajar solo para ello, pero a mi me resulta mucho más sencillo hacerlo cuando no estoy dentro de mi zona de confort y necesito buscar en el exterior cosas que tendría en mi círculo en el caso de viajar con amigos, pareja o familia.
A veces estas situaciones pueden sacar lo mejor de nosotros3. Hablar con la gente y conocer el entorno desde una perspectiva más local me llevó, inevitablemente, a sensibilizarme con el contexto de ese destino y empatizar con sus habitantes, creando a partir de ello un vínculo sentimental y duradero con ese destino que enriquecerá exponencialmente tus vivencias. Aprovecha cualquier oportunidad para hablar con locales. Algunas de las más divertidas para mi han sido compartir mesa en un restaurante o entablar conversación en la cola de un concierto.
Tranquilx. Compartir mesa no implica tener que comer la comida a medias, aunque igual le añade diversión al asunto.4. Además de socializar, comenzar a preguntarte por qué ves lo que ves en las calles (esos lazos amarillos o banderas en las ventanas, la manifestación en la plaza de al lado, las protestas de los vecinos de un determinado barrio o esas esculturas tan raras en el parque) es el primer paso para llegar a conocer a fondo un lugar e intentar cambiar las cosas. Obviamente, comenzar a practicar el activismo en un sitio al que acabas de llegar se me antoja descabellado, pero no tanto preguntarte qué puedes hacer tú para colaborar con una causa o minimizar el impacto de tu visita. Tus actuaciones no tienen por qué ir encaminadas en ninguna dirección política, sino cultural o de ocio. Todo lo que sea mejorar el entorno y la calidad de vida de la gente que lo habita es bienvenido.
Nadie quiere acabar encarceladx por encabezar en una manifestación en la que ni siquiera había decidido participar 😉¿Quiénes queremos ser cuando viajamos?
En definitiva, creo que esta pregunta resume muy bien la cuestión que todo viajero consciente -y slow traveller en concreto- debería responderse antes de emprender su camino. Es lógico ilusionarse ante todo lo que un viaje puede ofrecernos pero, ¿sólo estamos abiertos a recibir o también a aportar? ¿Qué parte de nosotros queremos dejar en ese lugar?
Tener claras nuestras respuestas, no sólo nos otorgará una identidad como viajeros -y no como meros turistas-, sino que nos ayudará a auto-conocernos y a ser la mejor versión de nosotros mismos allá donde vayamos.
